lunes, 29 de septiembre de 2008

Entrevista a Almallah

29 de Septiembre de 2008

Luis del Pino
Muy interesante la entrevista a Mouhannad Almallah que hoy publica Antonio Rubio en El Mundo. Tanto lo que dice, como lo que deja caer entre líneas, nos permite plantear una serie de preguntas que siguen sin responderse después de terminado el primer juicio del 11-M.

Afirma Almallah, para empezar, que los muertos de Leganés no tenían capacidad técnica para llevar a cabo el atentado. Nada más cierto. Uno de los argumentos más sonrojantes que se han utilizado para negar la participación de ETA en la masacre del 11-M es que "ETA estaba demasiado débil para cometer un atentado así". Y, sin embargo, los mismos que exculpan a ETA con ese argumento no tienen empacho en sostener que quien sí que tenía la capacidad de perpetrar la matanza es una panda de delincuentes comunes, que nunca habían puesto un petardo en un cajero. ¿Quién cometió realmente el atentado? ¿Quién tenía realmente la capacidad técnica, los recursos y la sangre fría necesarios para preparar y colocar los artefactos destinados a matar a 200 personas?

Insinúa a continuación Almallah que, entre los que se sentaron en el banquillo de la Casa de Campo, no sólo Antonio Toro, Emilio Suárez Trashorras y Rafá Zouhier colaboraban con la Policía. Según él, también había otros. En ese sentido, cabe recordar las sospechas de colaboración con nuestros propios servicios de información que recaen sobre El Dinamita, sobre Otman El Gnaoui, sobre Abdelmahid Bouchar, sobre Mohamed El Egipcio y, para qué nos vamos a andar con tonterías, sobre el propio Almallah. ¿Cuántos de los 29 imputados eran confidentes, colaboradores o incluso miembros de nuestros propios servicios de información? No lo sabemos, pero lo que está claro es que varios de los personajes clave, de los elementos centrales de la trama, "eran de los nuestros". ¿Cuál fue su papel en todo el asunto? ¿Se prestaron voluntariamente a construir, después del 11-M, una falsa trama islamista a la que responsabilizar del atentado? ¿O ayudaron antes del 11-M, voluntaria o involuntariamente, a tejer las cortinas de humo que luego haría falta utilizar?

Sobre El Chino, Almallah afirma que "podía estar conectado o dirigido por la propia Policía", según lo que otros acusados le dijeron. Ya hemos publicado en Libertad Digital, a este respecto, los datos que demuestran que, si no El Chino, al menos su supuesta familia española sí que colaboraba con los servicios policiales. ¿En qué consistió, entonces, el papel desempeñado por esa familia española de uno de los presuntos suicidas de Leganés? ¿A qué se deben las numerosísimas contradicciones existentes en torno a la figura de ese presunto suicida?

Señala Almallah, hablando precisamente de los muertos de Leganés, que no tiene ningún sentido que esos "peligrosos islamistas" se suicidaran en aquel piso rodeado por la Policía, después de esperar "amablemente" a que se desalojaran ocho bloques de viviendas. Por supuesto que no tiene ningún sentido. Como tampoco lo tiene el que se falsificara la carta de despedida de uno de esos suicidas, que se falsificaran las llamadas telefónicas con las que nos dicen que esos presuntos suicidas se despidieron de sus familias o que se falsificaran los faxes amenazantes enviados a Telemadrid y ABC en nombre de esos presuntos suicidas. Al igual que carece por completo de sentido que, entre los libros coránicos que aparecieron en el piso, se encontraran varios libros chiíes, cuando todos los muertos de ese piso pertenecían a otra rama del Islam: la sunní. Almallah no lo pregunta expresamente, pero yo sí lo voy a hacer: ¿quién organizó el teatro de Leganés para intentar convencernos de las intenciones suicidas de los allí encerrados?

Dice también en la entrevista que la Policía intentó convencerle de que incriminara a Zougham, declarando que Jamal Zougham y El Tunecino estaban relacionados. Llega a afirmar Almallah, explícitamente, que un Policía le dijo, ante sus reticencias, que "el falso testimonio no es delito". Se trata de una imputación gravísima y el nuevo juez encargado del caso del 11-M debería tomar cartas en el asunto, porque esa afirmación implica que alguien, desde nuestra propia Policía, pretendió orientar un testimonio para incriminar a un acusado, a sabiendas de que lo que se pedía que se declarara era falso. Que existía la necesidad de incriminar a Zougham por cualquier medio está claro: ¿cómo justificar ante la opinión pública que todos los detenidos del 13-M fueran puestos en libertad? Pero eso hace aumentar las sospechas sobre los contradictorios testimonios oculares que sitúan a Jamal Zougham en los trenes y que son lo único en lo que se ha basado su condena. ¿Alguien pidió explícitamente a alguno de esos testigos de los trenes, como sucedió con Almallah, que incriminara a Jamal Zougham?...

ATC Journal. ¡Llevamos la información!

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