30 de Septiembre de 2008
Luis del Pino El episodio de Leganés es un pozo sin fondo, una enorme chistera de la que puede sacarse cualquier cosa que se desee. Muchas veces nos hemos preguntado por qué se hizo la increíble chapuza de juntar en Leganés a tres grupos de personas que nada tenían que ver los unos con los otros: (1) el grupo de delincuentes formado por Jamal Ahmidan, los hermanos Oulad y Abdenabi Kounjaa; (2) el grupo de personajes vinculados a la C/ Virgen del Coro (Serhane Farket y Asrih Rifaat) y (3) el argelino Allekema Lamari. Unir en la tragedia final de Leganés a esos tres grupos tan dispares parece un contrasentido. Y, sin embargo, en contra de lo que a primera vista parece, tal vez no sea una chapuza.
Lo que permite esa inverosímil asociación de los tres grupos es, precisamente, desviar el foco hacia un lado o hacia otro, según vaya interesando o según vayan cayendo piezas de la historia. Si las investigaciones periodísticas ponen de manifiesto que es imposible que tal o cual presunto suicida fuera el cerebro de nada, se puede recurrir a alguno de los otros grupos para extraer candidatos.
Es lo que intenta la Fiscalía, como denuncia hoy El Mundo, en su memoria de actividades correspondiente al año 2007: rescatar a El Tunecino como autor intelectual o principal ideólogo de la masacre.
Obviemos el hecho de que, si la Fiscalía tuviera razón, la masacre de Madrid habría sido organizada por un sujeto que vivía de una sustanciosa beca concedida por el propio gobierno español a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional (debe de ser que la costumbre española de financiar terroristas para que nos asesinen, como llevamos haciendo con ETA durante años, se ha trasladado a otros ámbitos ideológicos).
Lo importante no es la personalidad de El Tunecino, sino el hecho de que, de nuevo, se avecinen mutaciones en la versión oficial. A lo largo del tiempo, a la opinión pública española le han ido presentando distintos "cerebros" de la masacre, de manera sucesiva: Jamal Zougham; Jamal Ahmidan; El Tunecino; Mohamed El Egipcio; los hermanos Almallah; Mustafá Setmarian; los hermanos Chergui; otra vez Mohamed El Egipcio, junto con Yousef Belhadj y Hassan El Haski (cuando ya se acercaba el juicio); otra vez Jamal Ahmidan (cuando en el juicio se absolvió de la autoría intelectual a los anteriores); de nuevo El Tunecino...
El sólo hecho de que se hayan presentado tantos "cerebros" diferentes debería ser motivo de escándalo, porque indica, en el mejor de los casos, que no se sabe quién fue el cerebro; en el peor de los casos, lo que indica es la intención deliberada de confundir a la opinión pública. Calificar en estas condiciones el juicio del 11-M, como ayer hizo Conde-Pumpido, de "triunfo rotundo del Estado de Derecho", no es otra cosa que una broma siniestra para con las víctimas del atentado, de quienes la Justicia lleva cuatro años riéndose.
Pero la cuestión que querría plantear es la siguiente: ¿a qué se debe ese último cambio de foco ahora? ¿Por qué se rescata a El Tunecino de nuevo? ¿Qué tecla se ha tocado para que, de repente, vuelva a centrarse en Serhane Farket la responsabilidad de los hechos?
Como me decía ayer un buen amigo, da toda la sensación de que alguien ha tirado de un lado de la cuerda bastante más de lo debido. Y estamos asistiendo a las consecuencias de ese desequilibrio.
Algunos enlaces
QSVTV ha lanzado un nuevo vídeo, excelente, sobre los hechos de Leganés. Os recomiendo que lo veáis, y que lo compartáis con vuestros conocidos: El teatro de Leganés.
Un interesante artículo de Ramón Pi en Diario del Siglo XXI, en el que reflexiona sobre la "losa de silencio" impuesta al 11-M, además de sobre otros asuntos de actualidad: Asuntos pendientes.
Y otro artículo, esta vez de Joan Valls en Libertad Digital, en el que se reclama (en mi opinión, con toda la razón del mundo) que quienes pueden aportar algo de luz al 11-M lo hagan ya, sin más dilaciones: Léame sus papeles del CNI, don José María.
ATC Journal. ¡Llevamos la información!
Luis del Pino El episodio de Leganés es un pozo sin fondo, una enorme chistera de la que puede sacarse cualquier cosa que se desee. Muchas veces nos hemos preguntado por qué se hizo la increíble chapuza de juntar en Leganés a tres grupos de personas que nada tenían que ver los unos con los otros: (1) el grupo de delincuentes formado por Jamal Ahmidan, los hermanos Oulad y Abdenabi Kounjaa; (2) el grupo de personajes vinculados a la C/ Virgen del Coro (Serhane Farket y Asrih Rifaat) y (3) el argelino Allekema Lamari. Unir en la tragedia final de Leganés a esos tres grupos tan dispares parece un contrasentido. Y, sin embargo, en contra de lo que a primera vista parece, tal vez no sea una chapuza.
Lo que permite esa inverosímil asociación de los tres grupos es, precisamente, desviar el foco hacia un lado o hacia otro, según vaya interesando o según vayan cayendo piezas de la historia. Si las investigaciones periodísticas ponen de manifiesto que es imposible que tal o cual presunto suicida fuera el cerebro de nada, se puede recurrir a alguno de los otros grupos para extraer candidatos.
Es lo que intenta la Fiscalía, como denuncia hoy El Mundo, en su memoria de actividades correspondiente al año 2007: rescatar a El Tunecino como autor intelectual o principal ideólogo de la masacre.
Obviemos el hecho de que, si la Fiscalía tuviera razón, la masacre de Madrid habría sido organizada por un sujeto que vivía de una sustanciosa beca concedida por el propio gobierno español a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional (debe de ser que la costumbre española de financiar terroristas para que nos asesinen, como llevamos haciendo con ETA durante años, se ha trasladado a otros ámbitos ideológicos).
Lo importante no es la personalidad de El Tunecino, sino el hecho de que, de nuevo, se avecinen mutaciones en la versión oficial. A lo largo del tiempo, a la opinión pública española le han ido presentando distintos "cerebros" de la masacre, de manera sucesiva: Jamal Zougham; Jamal Ahmidan; El Tunecino; Mohamed El Egipcio; los hermanos Almallah; Mustafá Setmarian; los hermanos Chergui; otra vez Mohamed El Egipcio, junto con Yousef Belhadj y Hassan El Haski (cuando ya se acercaba el juicio); otra vez Jamal Ahmidan (cuando en el juicio se absolvió de la autoría intelectual a los anteriores); de nuevo El Tunecino...
El sólo hecho de que se hayan presentado tantos "cerebros" diferentes debería ser motivo de escándalo, porque indica, en el mejor de los casos, que no se sabe quién fue el cerebro; en el peor de los casos, lo que indica es la intención deliberada de confundir a la opinión pública. Calificar en estas condiciones el juicio del 11-M, como ayer hizo Conde-Pumpido, de "triunfo rotundo del Estado de Derecho", no es otra cosa que una broma siniestra para con las víctimas del atentado, de quienes la Justicia lleva cuatro años riéndose.
Pero la cuestión que querría plantear es la siguiente: ¿a qué se debe ese último cambio de foco ahora? ¿Por qué se rescata a El Tunecino de nuevo? ¿Qué tecla se ha tocado para que, de repente, vuelva a centrarse en Serhane Farket la responsabilidad de los hechos?
Como me decía ayer un buen amigo, da toda la sensación de que alguien ha tirado de un lado de la cuerda bastante más de lo debido. Y estamos asistiendo a las consecuencias de ese desequilibrio.
Algunos enlaces
QSVTV ha lanzado un nuevo vídeo, excelente, sobre los hechos de Leganés. Os recomiendo que lo veáis, y que lo compartáis con vuestros conocidos: El teatro de Leganés.
Un interesante artículo de Ramón Pi en Diario del Siglo XXI, en el que reflexiona sobre la "losa de silencio" impuesta al 11-M, además de sobre otros asuntos de actualidad: Asuntos pendientes.
Y otro artículo, esta vez de Joan Valls en Libertad Digital, en el que se reclama (en mi opinión, con toda la razón del mundo) que quienes pueden aportar algo de luz al 11-M lo hagan ya, sin más dilaciones: Léame sus papeles del CNI, don José María.
ATC Journal. ¡Llevamos la información!

En primer lugar, los testigos oculares. El portero de Alcalá, en su primera declaración ante la Policía, dijo que las personas que vio tapadas con bufandas y gorros aquella mañana le habían parecido europeos del este; por su parte, una empleada de las taquillas de la estación de Alcalá estuvo hablando con uno de los presuntos terroristas, que estaba tapado con pasamontañas y bufanda y que hablaba "en español con acento de español". En lo que coinciden las dos declaraciones es en que el comportamiento de esos presuntos terroristas llamaba la atención. Es como si buscaran que las miradas se dirigieran hacia aquella furgoneta. Resulta difícil de explicar que a nadie se le ocurriera citar, para que compareciera ante la Comisión 11-M, a esa taquillera de Alcalá que es la única persona que habló el día de los atentados con uno de los supuestos terroristas.
La ausencia de rastros de ADN también resulta curiosa. En el explosivo del artefacto encontrado en las vías del AVE unas semanas después del 11-M se pudo localizar el ADN de uno de los terroristas, lo que indica que el explosivo fue amasado con las manos desnudas. Sin embargo, la persona que amasó el explosivo de la mochila de Vallecas debió de utilizar guantes (como la persona que conducía la furgoneta de Alcalá), porque no aparecen rastros de ADN en la Goma-2.
Los agentes se dirigen, por tanto, a IFEMA, donde descargan las bolsas y las marcan como provenientes de la estación de El Pozo. Después, vuelven a la estación para cargar la siguiente tanda. Se encontraban trasladando a los recintos feriales esa segunda carga de objetos cuando se reciben instrucciones para llevarlo todo a la comisaría de Puente de Vallecas. Segunda contraorden, pero esta vez contraviniendo claramente las instrucciones del juez. ¿Por qué se da la orden de llevar esos objetos a otro sitio?
Existen también varios subtipos de Goma-2 diferentes, uno de los cuales es la famosa Goma-2 ECO. Todos los tipos y subtipos de dinamita se diferencian por su composición química. En concreto, la Goma-2 ECO se fabrica utilizando cinco componentes: nitrocelulosa, nitroglicol, nitrato amónico, ftalato de dibutilo y carbonato cálcico.
La manipulación
A continuación, Sánchez Manzano reconoce que la METENAMINA no forma parte de la composición de la Goma-2 ECO (entonces, ¿por qué dejó, con su primer informe de 16 de marzo de 2004, que el juez creyera que la Goma-2 ECO sí contiene METENAMINA?). Reconocido esto, el jefe de los Tedax se ve forzado a dar una explicación al hecho de que en la muestra patrón de Goma-2 ECO entregada para los análisis sí hubiera METENAMINA. ¿Y cuál es la explicación que da Sánchez Manzano? Pues que "se trata inequívocamente de una sustancia contaminante ajena y extraña a la composición originaria". Peculiar explicación. Lo que Sánchez Manzano nos dice es que la Policía Científica permite que se le contaminen las muestras que se le entregan para su análisis. Y además no se trata de una contaminación cualquiera, sino que "casualmente" se le contaminan muestras de dinamita con componentes de explosivos militares. Si eso fuera así, la conclusión ineludible es que tendrían que tirarse esos análisis a la basura, porque ¿quién nos garantiza que el resto de sustancias detectadas en el análisis no sean también "sustancias contaminantes"?
La sombra de ETA
Conclusiones
a utilizar a un sujeto como El Chino para organizar el atentado, sabiendo que le pueden detener en cualquier momento y que puede comprar un trato favorable de la Policía a cambio de contar lo que sabe de un futuro atentado integrista? Hace escasos días, los medios de comunicación nos contaban cómo un semanario iraní había reclutado decenas de miles de voluntarios para realizar atentados suicidas. Sin embargo, en Madrid se contrata a vulgares camellos para cometer los atentados. ¿Alguien puede seriamente sostener la hipótesis de que fue Al-Qaeda (a quien le sobran fanáticos suicidas) quien contrató a esos hampones mercenarios?
embargo, en España, los terroristas adquirieron los explosivos a suministradores locales no musulmanes que, además, eran confidentes de las fuerzas de seguridad. No contentos con eso, transportaron los explosivos desde Asturias en un coche robado, con placas de matrícula dobladas y llevando documentación falsificada, arriesgándose a que la Guardia Civil pudiera pararles en cualquier momento por simple casualidad (como así sucedió, aunque inexplicablemente los terroristas pudieron seguir su viaje). De nuevo, una manera de actuar que no se corresponde con el comportamiento habitual de Al-Qaeda.