Luis del Pino
De repente, el 11-M vuelve a salir a escena. Después de meses sin hablar de él, son numerosas las noticias que ponen otra vez en primer plano, aunque de forma indirecta, la masacre de Madrid.
Así, la agresiva entrevista de María Teresa Campos al presidente de la AVT (¿le dictan a esa mujer las preguntas por el auricular o su grosería es natural?) ha tenido el efecto de transmitir a la opinión pública la sensación de que el 11-M molesta, y mucho, a determinados sectores. "¿En qué beneficia decir que no han sido los islamistas?", preguntaba María Teresa. Evidentemente, se intentaba con esa pregunta sugerir que quien cuestiona la versión oficial del atentado de Madrid tiene algún interés espurio. Pero es la escenificación de la pregunta, es el tono acosador con que era formulada, es la prepotencia con la que se presionaba al entrevistado, lo que terminaba transmitiendo, muy a pesar de María Teresa Campos, la sensación de que efectivamente existen intereses espurios, pero para que no se cuestione la versión oficial. No hay mejor herramienta de difusión de la bondad de una causa que la imagen del poderoso acosando al débil, así que agradezcamos a la Campos el favor.
Así también la noticia que ayer daba a conocer El Mundo, sobre los intentos de censura del discurso del presidente de la AVT en la ONU. En realidad, no fue ningún funcionario de la ONU quien intentó en primer lugar eliminar de ese discurso las referencias al 11-M, sino que, ya en Madrid, antes de salir de viaje, fue José Luis Rodríguez Uribe, el sucesor de Gregorio Peces-Barba, quien primero trató de que se borraran esas referencias al atentado de Madrid del discurso que el presidente de la AVT iba a leer. Afortunadamente, las presiones no tuvieron éxito.
Pero hay otras noticias que también nos muestran el 11-M como en escorzo, con ángulos sorprendentes. Por ejemplo, las noticias relativas a las cuitas procesales a las que la Fiscalía se enfrenta para poder condenar a los acusados de la Operación Nova, después de la doctrina acuñada por el Tribunal Supremo en el caso del 11-M. Según el Tribunal Supremo, no se puede condenar por integración en banda terrorista a quien simplemente tiene una ideología radical pero no ha llegado a tomar la decisión de "pasar a la acción", lo cual implicará que muchos de los acusados de la Operación Nova queden exculpados de ese tipo de cargos. El debate trasciende, de hecho, el propio asunto del terrorismo islámico, porque las mismas consideraciones pueden hacerse, por ejemplo, con respecto al terrorismo etarra. ¿Puede condenarse por integración en banda terrorista a alguien que simplemente vote a Batasuna? ¿Y a alguien que asista a un mitin de Batasuna? ¿Y a alguien que reparta panfletos de Batasuna? ¿Y a alguien que tenga un cargo orgánico en Batasuna? ¿Dónde está el límite que define cuándo alguien "ha decidido" pasar a la acción? Y, sobre todo, ¿cómo definimos el concepto de "pasar a la acción"?
El País, por su parte, se descuelga rescatando referencias a Basel Ghalyoun y dándole estopa al que actuó como abogado suyo durante el juicio del 11-M, sin que sepamos si esos ataques responden al papel que ese abogado jugó en la absolución de Ghalyoun, si se deben a su trabajo como acusación en las investigaciones por el rescate del pesquero Playa de Bakio o si existe algún otro tipo de motivo que justifique unas andanadas tan infantiles.
Si a eso le sumamos la sorprendente referencia que Fernando Lázaro hacía en El Mundo a que el encargado de pagar a los secuestradores del Playa de Bakio fue un miembro del CNI que era hermano de una de las víctimas del 11-M, o la inquietante noticia, difundida ayer, de que parte del rescate pagado por ese pesquero podría haber ido a financiar a un grupo próximo a Al Qaeda, uno no puede evitar la sensación de que en estos momentos hay mucha gente cruzándose mensajes por debajo de la mesa. O preparando el terreno para algo.
Y la pregunta es: ¿a qué se debe ese cruce de mensajes? Y, sobre todo, ¿quién es el destinatario de los mismos?
Quizá tengamos una pista, precisamente, en el programa de María Teresa Campos. Fray Gerundio de Campazas era un personaje de ficción que se inventaba, para sus sermones, un maniqueo tonto, con el fin de rebatir sus argumentos a placer delante de sus feligreses. Hoy, la Campos ha entrevistado al ministro Bermejo y ambos han rescatado al alimón al maniqueo preferido de los defensores de la versión oficial, para atizarle a gusto delante de las cámaras. "Hay gente", han venido a decir entrevistado y entrevistadora, haciendo referencia al presidente de la AVT, "que está empeñada en decir que el 11-M lo cometió ETA, lo cual es una barbaridad"...
ATC Journal. ¡Llevamos la información!
De repente, el 11-M vuelve a salir a escena. Después de meses sin hablar de él, son numerosas las noticias que ponen otra vez en primer plano, aunque de forma indirecta, la masacre de Madrid.
Así, la agresiva entrevista de María Teresa Campos al presidente de la AVT (¿le dictan a esa mujer las preguntas por el auricular o su grosería es natural?) ha tenido el efecto de transmitir a la opinión pública la sensación de que el 11-M molesta, y mucho, a determinados sectores. "¿En qué beneficia decir que no han sido los islamistas?", preguntaba María Teresa. Evidentemente, se intentaba con esa pregunta sugerir que quien cuestiona la versión oficial del atentado de Madrid tiene algún interés espurio. Pero es la escenificación de la pregunta, es el tono acosador con que era formulada, es la prepotencia con la que se presionaba al entrevistado, lo que terminaba transmitiendo, muy a pesar de María Teresa Campos, la sensación de que efectivamente existen intereses espurios, pero para que no se cuestione la versión oficial. No hay mejor herramienta de difusión de la bondad de una causa que la imagen del poderoso acosando al débil, así que agradezcamos a la Campos el favor.
Así también la noticia que ayer daba a conocer El Mundo, sobre los intentos de censura del discurso del presidente de la AVT en la ONU. En realidad, no fue ningún funcionario de la ONU quien intentó en primer lugar eliminar de ese discurso las referencias al 11-M, sino que, ya en Madrid, antes de salir de viaje, fue José Luis Rodríguez Uribe, el sucesor de Gregorio Peces-Barba, quien primero trató de que se borraran esas referencias al atentado de Madrid del discurso que el presidente de la AVT iba a leer. Afortunadamente, las presiones no tuvieron éxito.
Pero hay otras noticias que también nos muestran el 11-M como en escorzo, con ángulos sorprendentes. Por ejemplo, las noticias relativas a las cuitas procesales a las que la Fiscalía se enfrenta para poder condenar a los acusados de la Operación Nova, después de la doctrina acuñada por el Tribunal Supremo en el caso del 11-M. Según el Tribunal Supremo, no se puede condenar por integración en banda terrorista a quien simplemente tiene una ideología radical pero no ha llegado a tomar la decisión de "pasar a la acción", lo cual implicará que muchos de los acusados de la Operación Nova queden exculpados de ese tipo de cargos. El debate trasciende, de hecho, el propio asunto del terrorismo islámico, porque las mismas consideraciones pueden hacerse, por ejemplo, con respecto al terrorismo etarra. ¿Puede condenarse por integración en banda terrorista a alguien que simplemente vote a Batasuna? ¿Y a alguien que asista a un mitin de Batasuna? ¿Y a alguien que reparta panfletos de Batasuna? ¿Y a alguien que tenga un cargo orgánico en Batasuna? ¿Dónde está el límite que define cuándo alguien "ha decidido" pasar a la acción? Y, sobre todo, ¿cómo definimos el concepto de "pasar a la acción"?
El País, por su parte, se descuelga rescatando referencias a Basel Ghalyoun y dándole estopa al que actuó como abogado suyo durante el juicio del 11-M, sin que sepamos si esos ataques responden al papel que ese abogado jugó en la absolución de Ghalyoun, si se deben a su trabajo como acusación en las investigaciones por el rescate del pesquero Playa de Bakio o si existe algún otro tipo de motivo que justifique unas andanadas tan infantiles.
Si a eso le sumamos la sorprendente referencia que Fernando Lázaro hacía en El Mundo a que el encargado de pagar a los secuestradores del Playa de Bakio fue un miembro del CNI que era hermano de una de las víctimas del 11-M, o la inquietante noticia, difundida ayer, de que parte del rescate pagado por ese pesquero podría haber ido a financiar a un grupo próximo a Al Qaeda, uno no puede evitar la sensación de que en estos momentos hay mucha gente cruzándose mensajes por debajo de la mesa. O preparando el terreno para algo.
Y la pregunta es: ¿a qué se debe ese cruce de mensajes? Y, sobre todo, ¿quién es el destinatario de los mismos?
Quizá tengamos una pista, precisamente, en el programa de María Teresa Campos. Fray Gerundio de Campazas era un personaje de ficción que se inventaba, para sus sermones, un maniqueo tonto, con el fin de rebatir sus argumentos a placer delante de sus feligreses. Hoy, la Campos ha entrevistado al ministro Bermejo y ambos han rescatado al alimón al maniqueo preferido de los defensores de la versión oficial, para atizarle a gusto delante de las cámaras. "Hay gente", han venido a decir entrevistado y entrevistadora, haciendo referencia al presidente de la AVT, "que está empeñada en decir que el 11-M lo cometió ETA, lo cual es una barbaridad"...
ATC Journal. ¡Llevamos la información!
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